El mercado interno automotor en México presenta una brecha significativa entre la demanda real y la potencial, según Guillermo Rosales, presidente ejecutivo de la Asociación Mexicana de Distribuidores de Automotores (AMDA). El año pasado se comercializaron alrededor de 1.55 millones de vehículos ligeros y 57 mil vehículos pesados, mientras que para este año se proyecta un total de 1.61 millones de unidades, lo que representa un crecimiento del 4% respecto al período anterior.
Sin embargo, este avance se considera modesto en comparación con el potencial económico del país. En términos relativos a la población, México registra ligeramente más de 11 vehículos ligeros nuevos por cada mil habitantes, una cifra inferior a la de países con similitudes socioeconómicas, como Chile, que alcanza los 17 vehículos por mil habitantes.
Asimismo, modelos econométricos analizados por la AMDA estiman que el potencial del mercado de vehículos ligeros debería rondar los 2 millones de unidades anuales, lo que implica un margen de oportunidad del 25%. Para vehículos pesados, la demanda potencial se sitúa en 70 mil unidades, pero este año apenas se alcanzarán las 40 mil, destacando la necesidad de enfocar esfuerzos sectoriales y políticas públicas para cerrar esta brecha, destacó Rosales en el marco del 9º Foro de la Asociación Mexicana de Arrendadoras de Vehículos (AMAVe).
Uno de los principales obstáculos para reducir esta disparidad es la importación y regularización de vehículos usados provenientes de Estados Unidos, que posiciona a México como un “basurero automotriz”. En los últimos cuatro años, desde enero de 2022, se han regularizado aproximadamente 3.2 millones de unidades ligeras bajo un decreto que, en palabras de Rosales, legaliza el contrabando automotriz. Además, los camiones usados que se importan al país desde Estados Unidos representan el 60% de los camiones pesados nuevos vendidos en el mercado mexicano, lo cual es inaceptable para un país que es uno de los líderes mundiales en producción de vehículos.
Rosales enfatizó que eliminar este lastre podría sumar más de 150 mil unidades adicionales en ventas de vehículos ligeros, impulsando el mercado interno de manera inmediata. Otro reto clave es actualizar el marco fiscal, que actualmente no incentiva la renovación vehicular y, por el contrario, se ha convertido en una fuente importante de ingresos para los gobiernos estatales y federal.
El titular de AMDA explicó que México cuenta con un parque vehicular obsoleto, con un promedio de 18 años de antigüedad en vehículos ligeros y casi 20 años en camiones pesados, lo que reduce la competitividad nacional.
Por su parte, Odracir Barquera, director general de la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA), subrayó la dependencia del sector del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), sucesor del TLCAN firmado en 1994. Este acuerdo ha impulsado un crecimiento exponencial, posicionando a la industria automotriz como el sector económico más grande de México, que mueve al 60% de las ramas productivas del país.
La integración regional ha fortalecido cadenas de suministro de vehículos y autopartes, consolidando a México como una potencia global. México es el quinto exportador y productor mundial de vehículos, el cuarto de autopartes y figura en los primeros lugares en exportación de vehículos pesados.
Barquera resaltó que, ante la revisión inminente del T-MEC —incluyendo reglas de origen y contenido regional—, es crucial mantener un tratado sólido que brinde certidumbre a las inversiones.
“El principal reto hacia la revisión del T-MEC es cómo vamos a sentarnos los tres países a la mesa con este tipo de coyuntura arancelaria como la que tenemos y con los temas que no se han cumplido bien dentro del tratado por los tres países”.
