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Robo de mercancías, un reto que desafía la cadena logística en Latinoamérica

Más allá de las cifras, el fenómeno expone cómo los delincuentes se mantienen al tanto de las tendencias económicas, adaptan sus técnicas y, en muchos casos, van un paso adelante de los esquemas de prevención tradicionales.

La seguridad en las carreteras latinoamericanas se ve afectada por una problemática persistente: el robo de mercancías en tránsito. Este problema no se reduce a casos aislados, sino que representa una situación creciente con repercusiones económicas y sociales para transportistas, operadores logísticos y empresas de la región.

A diferencia de lo que se podría imaginar como incidentes fortuitos, Overhaul, empresa global en gestión de riesgos en la cadena de suministro, ha detectado que el principal modo de operación involucra a grupos delictivos organizados que interceptan las unidades de carga en pleno movimiento. La violencia con armas de fuego es el denominador común que, en ocasiones, se complementa con el uso de tecnología como inhibidores de señal (los cuales buscan desactivar los sistemas de rastreo y comunicación), dificultando la respuesta oportuna de las autoridades. Este patrón revela no solo el ingenio, sino también el nivel de profesionalismo alcanzado por los criminales.

Durante los asaltos, los choferes suelen ser privados de su libertad por períodos de dos a tres horas, tiempo suficiente para que los delincuentes concluyan la descarga y resguardo de las mercancías sustraídas. No obstante, estos métodos presentan variantes significativas dependiendo del país y la región, mostrando adaptabilidad según las condiciones locales.

En Centroamérica, la sofisticación de las tácticas delictivas se presenta a través de diferentes estrategias:

  • Falsos retenes, donde los asaltantes se hacen pasar por policías, militares o incluso simulan filtros sanitarios para obligar a los conductores a detenerse bajo la apariencia de controles legítimos.

  • Obstrucción de la vía con barricadas, alambres de púas o dispositivos ponchallantas, forzando la detención de los vehículos.

  • Agresión directa con seguimientos desde el punto de origen y ataques, que incluyen disparos a las llantas o a la cabina, con el objetivo de tomar el control total del vehículo.

TransporteGuatemala, Honduras y El Salvador son conocidos como el «Triángulo del Norte», ya que figuran entre los lugares más riesgosos para el transporte de mercancías, debido a la presencia de pandillas y organizaciones criminales altamente organizadas, con recursos suficientes para operar a gran escala. Por otro lado, en Nicaragua, Costa Rica y Panamá se suma la amenaza de la fuga de información interna y las tácticas de suplantación de identidad,  dos factores que facilitan el acceso de los delincuentes a datos sensibles y favorecen la planeación de ataques específicos, complicando aún más el panorama para los transportistas de la región.

La situación en Sudamérica se distingue por el grado de sofisticación y la presencia de grupos criminales consolidados. Brasil lidera los índices mundiales de robo de carga, principalmente en su región sureste. Si bien la violencia es una constante, la logística detrás de los robos revela la integración de grupos especializados.

En Colombia, se han dado casos de barricadas improvisadas, tablas con clavos y bloqueos con otros vehículos que tienen como objetivo interrumpir abruptamente la circulación en las carreteras. En Perú y Paraguay, los retenes falsos y el aprovechamiento de las congestiones urbanas facilitan los robos parciales, mientras que en Paraguay destacan los denominados «piratas del asfalto», centrados en el asalto a camionetas de reparto, especialmente las dedicadas al comercio en línea y valores.

Argentina y Chile tampoco escapan a esta problemática. En Argentina, los robos de camiones son significativos, sobre todo en la provincia de Buenos Aires, y tienden a concentrarse donde hay gran actividad económica y depósitos logísticos. En Chile, las bandas, formadas por entre diez y quince miembros y apoyadas por hasta cinco vehículos, se enfocan en bienes de alto valor, como carne y tecnología, operando con rapidez y precisión para evadir controles y maximizar el botín.

Más allá de las cifras, el fenómeno expone cómo los delincuentes se mantienen al tanto de las tendencias económicas, adaptan sus técnicas y, en muchos casos, van un paso adelante de los esquemas de prevención tradicionales. Soluciones tecnológicas como las plataformas de visibilidad en tiempo real de Overhaul permiten anticipar riesgos en ruta y coordinar respuestas inmediatas ante posibles incidentes, lo que representa un cambio significativo frente a los métodos reactivos. La privación de la libertad de los conductores, la interceptación en movimiento y el uso progresivo de violencia y tecnología describen una problemática que exige respuestas integrales y colaboración transnacional.

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